Sunday, October 28, 2012

La autoescuela de la Republica.

´Salgo de paseo, con mi utilitario por Madrid, y un Alfa Romeo va chupando rueda detras de mi. Yo coqueteo como es natural hasta que veo en el retrovisor, horror, que miedo tan mortal, que me persigue un orangutan...´. El orangutan. Luz Casal, 1987. Lo confieso, a mis años, todavia no dispongo del carnet de conducir. Yo me veo conduciendo, pero siempre he tenido mas miedo que siete viejas, suelo repetir, en un afan por superar el stress que me producen los vehiculos a motor. Todos mis amigos obtuvieron el famoso carne, con acento en la e y sin la t de rigor, en el año olimpico, 1992, justo rebasada la mayoria de edad. En aquel año, poco o nada me interesaban los coches, aparte de saber su velocidad, las marchas y las revoluciones del motor. Mi unica aproximacion al mundo de las cuatro ruedas habia sido pasar algunos veranos en Alcala recorriendo junto con un vecino todo el barrio y anotando en mi cabeza todos esos datos. Tanto han cambiado las cosas que cuando veiamos un 1430 con motor tuneado nos parecia un formula uno. La fauna automovilistica de entonces no pasada de los 124, los seiscientos, los 131 y el famoso supermirafiori, y los renault fuegos como estandarte de la industria francesa. Volviendo a lo que nos ocupa, todos aprobaron el carne a la primera y yo deje escapar la oportunidad. Los viejos por entonces repetian que, cuanto mas se espera, mas a uno le cuesta. Yo pensaba que era cosa de viejos. En el 2003, decidi que la situacion tenia que cambiar, pero tras aprobar el teorico, el practico se quedo en eso, un proyecto de 13 cursos, mal hilvanados, y de los que recuerdo el stress que me produjo salir por primera vez a la autopista, con el embrague a fondo y no sabiendo bajar de la quinta a la primera una vez tomada la via de deceleracion. Nueve años despues, he vuelto a la aventura, esta vez me digo que sera la definitiva, motivado por poner los pies en polvorosa y conducir un coche automatico. En eso estoy, pero esta vez de un modo mas racional, dejando los sentimientos a un lado y los profesores barriobajeros por otro. Veremos por donde saldran los tiros.

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